Imagina un tiempo muy antiguo, como una hoja en blanco donde la soledad bailaba por toda la Tierra. En ese silencio, tres dioses mayas muy poderosos – el gran Kukulcán, el sabio Tepeu y el fuerte Caculhá Huracán – sintieron que faltaba algo importante y decidieron dar vida a lo que creaban.
Primero, hicieron las plantas y los animales, como una alfombra llena de verde y seres vivos. Pero sentían que faltaba algo principal, alguien que pudiera ver lo maravilloso, que pudiera pensar, hacer cosas y honrar a quienes los hicieron. Así nació el deseo de formar al ser humano.

En su primer intento, los dioses usaron el barro como material. Pero se rompió muy fácil: estas figuras de lodo se deshacían al tocarlas, no podían hablar ni siquiera pararse. La tristeza de los dioses se notaba.
No se rindieron. Con nuevas ganas, probaron con la madera. De este nuevo material salieron seres que podían caminar y hablar, pero sus corazones estaban vacíos, sin sentimientos ni alma. Al ver esto tan frío, los dioses mandaron una gran lluvia, como una limpieza total para acabar con los hombres de madera.
Pero los dioses no se dieron por vencidos. Después de pensar mucho sobre lo más importante de la vida, encontraron la respuesta en lo más sagrado: el maíz. Con las mazorcas buenas para comer, hicieron una masa dorada y fácil de moldear, y de ella formaron a los cuatro primeros padres de la humanidad: Balam Quitza, Balam Acab, el misterioso Ma Hucutah y el pensativo Iqui Balam.
Estos nuevos seres eran diferentes. Lo principal del maíz les había dado inteligencia, la forma de moverse con gracia, la capacidad de pensar y, lo más importante, un corazón cálido y agradecido. Podían ver la creación con sorpresa y rezar a los dioses que les habían dado la vida.
Contentos con su mejor creación, los dioses guiaron a estos primeros humanos para que llenaran la Tierra, enseñándoles a respetar la naturaleza que los rodeaba y a siempre honrar a quienes los crearon. Así, según la antigua sabiduría maya, la humanidad creció fuerte, unida al corazón nutritivo del maíz.